Una mujer con hijos es una mujer "de segunda"

Esa frase la escuché a mis 18 años cuando estaba embarazada, me la dijo una persona a quien yo admiraba muchísimo, por lo tanto, no puse en duda su palabra, me creí por completo esas palabras y comencé a actuar como una mujer "de segunda"....

Al adoptar esa creencia como mía, manifesté una realidad que me decía: ¡Sí, tienes razón! Los hombres solo me buscaban para pasar el rato, ninguno quería tener una relación seria con una madre soltera; en la Universidad casi no aprendí nada de lo académico porque estaba muy ocupada esforzándome en mis relaciones sociales, haciendo méritos para encajar, para ser aceptada, para pertenecer; y en las relaciones amorosas, estaba ocupada demostrando que tenía mucho potencial como mujer, demostrando todo lo que podía complacer, todo lo que podía intercambiar; competía con otras mujeres por la atención de los hombres y si esas mujeres no tenían hijos, yo asumía que tenía que esforzarme el doble porque ya estaba en "desventaja".

Conseguir trabajo era muy similar, todo iba bien hasta que se enteraban de que tenía un hijo, desde ahí ya los jefes se mostraban atrevidos y mostraban todas sus intenciones de llevarme a la cama. En una ocasión, trabajando de niñera, mis jefes me saludaban de abrazo y beso en la mejilla, pero un día, el señor volteó su rostro y me dio el beso en la boca, yo me quité de inmediato y manifesté mi descontento, la señora presenció la escena, pero disimuló y no dijo nada frente a él, pero cuando estuvimos solas me dijo que ella sabía que "la vida de una madre soltera no era fácil " y que ellos me querían mucho, pero que, si yo seguía con mis provocaciones, ella iba a tener que despedirme. Yo me quedé tan sorprendida, estaba tan enojada, tenía tantas ganas de gritarle que ella misma lo había visto con sus propios ojos, que yo era inocente, que no era justo que me tratara así... Pero, ¡no podía! ¿Cómo iba a confrontar a esta mujer que me miraba con lastima y compasión, y además me daba trabajo, si eso exactamente era lo que yo “necesitaba”? Que me siguieran viendo como una víctima, y seguir reforzando mi creencia limitante: - ¡Soy una mujer de segunda! Tengo que ser agradecida con lo que tengo, gracias a este trabajo puedo comprarle la leche a mi hijo...-

Hasta que un día, llegó el “príncipe” a salvarme, comenzamos una hermosa relación, estábamos tan enamorados, era una relación tan perfecta, que yo no podía creer que me mereciera estar viviendo algo así. Él vivía en otra ciudad así que viajé a conocer a su familia y minutos antes de conocerlos, él me miró a los ojos y me dijo: -Por favor no les digas que tienes un hijo-. (Me dijo eso apesar de que él tenía   dos hijos). No podía disimular mi tristeza, me sentí tan inadecuada, tan culpable, es como si me dijera: -No es necesario que ellos conozcan tus imperfecciones- Pero bueno, no era tiempo para dramas, ¡había que hacer lo que había que hacer! Así que saqué mi mejor sonrisa y actué como si fuera una mujer “de primera" durante ese fin de semana. La familia me amó, pero meses después cuando se enteraron de que tenía un hijo, no solo me rechazaron a mí y a mi hijo, también lo rechazaron a él por haberse involucrado con una mujer "de segunda".

Constantemente daba explicaciones que no me pedían, por ejemplo, cuando me preguntaban: - ¿Tienes hijos? - Yo respondía dando más información: - Sí, pero solo uno; sí, pero mi mamá es la que lo cuida; sí, pero es muy juicioso; sí, pero mi cuerpo quedó más bonito después de tenerlo... Tenía esa constante sensación de explicar: - ¡Oye tengo un hijo, pero te aseguro que no soy tan imperfecta, tengo otras cualidades, no soy tan mala, además puedo buscar a alguien que se encargue del niño y así tener tiempo para hacer cosas divertidas como las otras mujeres…! - Me quería tan poquito…

Luego quedé embarazada de mi hija y mi relación perfecta dejó de funcionar, ya te contaré otro día por qué... El asunto es que ahora volvía a ser madre soltera, y además de dos hijos de diferente papá, ¡Ay no, Dios mío! Mi creencia acerca de ser una mujer de "segunda" se intensificó en un 200 por ciento, y aparte el papá de mi hija me enseñó una nueva, me sentenció declarando - ¡¿Quién se va fijar en una mujer con dos hijos de diferente papá?! -

Ahora sí, iba caminando por el mundo mendigando amor, haciendo lo que fuera por destacar, por encajar, por ser aceptada, reconocida; me conformaba con migajas de amor, aceptaba lo inaceptable en mis relaciones de pareja, negociaba mis valores, complacía todo el tiempo, pisoteaba mis principios... Hasta que, por fin, a pesar de eso, apareció, no un príncipe, si no un "superhéroe” a "salvarme".

Este “superhéroe” venía a salvarme a mí y a mis hijos, nos casamos por la iglesia y yo me sentía tan agradecida con él "por darme la oportunidad" de formar una familia ¡PERO ¡¡¡QUÉ TAN INSUFICIENTE ME SENTÍA!!! ¡¿QUÉ TAN DESCONECTADA PODÍA ESTAR DE MÍ MISMA PARA RELACIONARME DE UNA FORMA TAN DISFUNCIONAL!? Para mí, él era tan perfecto, tan inteligente, solidario, con una facilidad inusual para hacer dinero, atractivo, mejor dicho: ¡Me había sacado “el premio mayor”! Y yo, como me sentía tan pequeña, tan poquita, tan insuficiente; estaba a su merced, hacía todo lo que dijera, todo lo que lo hiciera feliz.  Mis gustos, deseos, sueños, proyectos y necesidades, quedaron en un quinto plano. Tuvimos dos hijos, (sí, dos hijos más) y yo me dediqué por completo a ser la madre y la esposa perfecta; pero como la Vida tiende siempre al equilibrio, mi estrategia de ser la super mujer, un día simplemente ya no funcionó más, mi cuerpo me pasó factura por tantas emociones no sentidas, por tantas necesidades no atendidas, y entonces, por primera vez en todo el matrimonio, me escuché, me puse como prioridad y así…llegó la separación...

Ya te puedes imaginar cómo me sentía yo ahora con 4 hijos, madre soltera OTRA VEZ, y con el peso de un matrimonio fracasado... Por "suerte" para mí, un día trabajando, mi compañera puso un video en YouTube de Covadonga Pérez Lozana, y ahí comencé a entender que nunca dejé de ser una mujer de primera, a través de Covadonga, comprendí tantas cosas; gracias a ella conocí Un Curso de Milagros y comencé a conectar conmigo misma, comencé mi camino hacia mi interior, comencé a perdonarme por lo mal que me había tratado a mí misma, comencé a sentir tanto amor y gratitud hacia mí y hacia mis hijos.

Años después llegó a mí, (también a través de Covadonga) La Vía del Corazón y me sumergí completamente en las lecciones y fue entonces donde la magia del amor propio se hizo más tangible, estoy aprendiendo a amarme de una forma tan pura, tan incondicional, y a conectar  con mi Poder Interior, con mi Divinidad,  y desde ese lugar, he comenzado a manifestar  una realidad completamente distinta.

Cambié mis creencias limitantes por creencias potenciadoras como: Soy maravillosa, es un placer estar conmigo, me merezco todo lo bueno del Universo, soy la santa hija de Dios, no hay nada de malo conmigo, mi Padre y yo somos UNO, soy adecuada, soy suficiente, YO SOY PODER CREADOR ALINEADO AL AMOR, YO SOY. YO SOY DIVINA PRESENCIA, YO SOY. YO SOY AMOR CONSCIENCIA, YO SOY.

Y entonces, La Vida me ha respondido de nuevo: ¡Tienes razón, TU ERES!

No puedes imaginar, el cambio que he manifestado, la realidad que he creado, las amigas que tengo, la forma tan autentica e incondicional en que me ama mi pareja, la relación tan maravillosa que tengo con mis hijos, la plenitud que experimento día a día.

Y sí, con cuatro hijos, de tres papás diferentes, tengo un esposo maravilloso, con el que me relaciono desde la igualdad, entendiendo que SIEMPRE HE SIDO UNA MUJER DE PRIMERA, igual que todas las mujeres que conozco.

Y tú, ¿a qué creencias estas aferrad@? ¿Qué realidad estas creando? Recuerda que, ¡Si lo crees, lo creas!🪄

Johana Higuita